
Sentidos enredados

¡Postre!
Esta noche, casi me atrevo con todo, casi... Rondan mi cabeza las clases de posgrado, una y otra vez, no me las quito de la cabeza. Soy muy obsesiva y mi afán por controlarlo todo, no me deja ni un momento de asueto.
Me sirvo el plato con el primer dulce que veo (total, no me lo voy a comer) y me dirijo al lado de Casimiro. Mientras me acerco, lo veo deslizarse hacia el suelo, como a cámara lenta...
De su mano cae una cucharilla y sus labios están de color anaranjado, muy sutil... sólo un vistazo y la lucidez ilumina mi memoria como un fogonazo en la oscuridad. Ésa era la pigmentación de las manos del cocinero... Miro alrededor y lo veo, sentado presidiendo la cena. De forma casi ceremoniosa me sonríe y lo miro horrorizada.
Ya sé lo que tengo que hacer...