Sentidos enredados

Bueno pues ¡el gran día llegó!

 

Estoy ansioso por asistir a esta cena ya que el gusto que se me quedó después del cóctel benéfico fue magnífico. 

 

Me he dado cuenta de que mi pasión por la fotografía me absorbe y necesito buscar tiempo para mí, para disfrutar de la vida y vivir que nunca se sabe cuando va a llegar el fin. Me he preparado mucho para esta noche, el otro día hasta le pedí consejo a mi hermana para ver que me ponía.

 

Si he puesto todas mis expectativas en esta cena es porque desde que vi a Dora no he podido dejar de pensar en ella. Es una mujer que ha sufrido mucho en la vida, como yo, y puede ser una buena compañera de viaje, así que esta noche he decidido poner las cartas sobre la mesa a ver que pasa. ¡Espero tener suerte!

 

Para ello he sacado mis mejores galas y con cámara en mano, por supuesto, me dirijo a la cena... ¿Demasiado informal? Es lo mejor que he encontrado ya que el chef me dijo que era una cena entre amigos, tranquila y que viniera cómodo para estar a gusto y pasar un buen momento.

 

Aunque no puedo negar que esta noche tengo algunos negocios que cerrar, hay un proyecto que llevo entre manos con Dora que no me gustaría que se quedase en la nada. 

 

Me ha sorprendido el ambiente íntimo con el que nos ha acogido Manuel Durán en un salón muy amigable en el que las conversaciones han comenzado a encadenarse una vez que ha comenzado la cena.

 

Una vez más el chef nos está haciendo soñar con su cocina, el entrante y el plato han sido espectaculares, y he de decir que la conversación con Dora se está poniendo cada vez más interesante. ¡A ver qué pasa en los postres!