Sentidos enredados

Cocinero solidario

Creo que todos, desde el ámbito en el que nos encontramos, podemos echar una mano para crear un mundo mejor. Todos somos sensibles, o al menos deberíamos serlo, a los problemas mundiales y globales, y en consecuencia operar localmente para intentar solucionarlos en nuestro ámbito de acción o residencia. Qué menos que poner tu pequeño granito de arena para construir una sociedad más justa. Por eso, cuando conocí el llamamiento realizado por el Banco de Alimentos de Barcelona no lo dudé ni un momento: había que hacer algo por los más desfavorecidos, por las víctimas más golpeadas por la crisis que estamos atravesando. Además, pienso que aquellos que hemos tenido éxito en la vida, que vivimos de manera más holgada (aunque no sin nuestros problemas) tenemos una especie de responsabilidad social a la hora de ayudar. Cualquiera puede vivir situaciones complicadas, casi nadie está libre de ello.

Por este motivo, he convocado un almuerzo benéfico en mi restaurante de Barcelona, con unos doscientos invitados. El objetivo: recaudar la mayor cantidad de dinero cobrando por la entrada la voluntad de cada uno de los comensales (el cubierto cuesta 120 euros) y haciendo subastas benéficas de objetos donados por los propios comensales. Todas son personas respetables, más o menos acomodadas, pero con un denominador común: las ganas de ayudar a los más débiles de su entorno. Este tipo de actos también sirven para crear contactos, ampliar la red de relaciones, que en el ámbito en el que nos movemos nunca vienen mal.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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